Pocos escritores han tenido en su tierra la influencia que en Rusia ha tenido Pushkin, salvo Shakespeare y Cervantes.
Pushkin y Rusia están unidos el uno al otro como el buey al yugo, Aunque lo intentó, Pushkin jamás consiguió quitarse de encima el peso del "alma rusa". Lo llevo encima siempre, como una condena.
Pero uno se acostumbra a la condena, sea cual sea, la interioriza, la asume. El escritor, desde su condena, se esfuerza en embellecer el pueblo que le condena. Muy ruso todo ello; muy ruso el dolor, el deseo de belleza, la perplejidad ante la realidad.
El pueblo ruso es un pueblo castigado por la melancolía, como el nuestro.
Muchas de las ideas y de los tópicos que todos tenemos sobre Rusia, muchas veces convertidos en mito, tienen su origen en Pushkin. El hizo un vestido elegante con las ideas –al hilo de los sentimientos– que otros escritores trabajaron durante siglos. La Rusia posterior a Pushkin es la Rusia de sus libros.
Es lo que hace grande e imprescindible a un escritor.
Por eso hay siempre flores en su tumba.